Recién comenzado un nuevo año siempre es buen momento para echar la vista atrás y reflexionar acerca de cómo ha ido evolucionando el sector en estos últimos años. Esta última década es posiblemente en la que más cambios se han dado en el mundo del videojuego, pero no nos referimos a los juegos como tal, si no sobre todo a la forma en los que los juegos nos llegan a los usuarios.

Fue a finales de 2019 cuando Sony confirmó que a lo largo de ese año había vendido más juegos en formato digital que en físico. Tendencia que este pasado 2020 se ha seguido consolidando también para muchas otras compañías y especialmente en sistemas como el PC. Por si fuera poco, los tiempos de pandemia que estamos viviendo han ayudado también a aumentar las ventas del formato digital. ¿Significa esto que nos encontramos ante la próxima desaparición del formato físico? Sobre ello vamos a reflexionar hoy.

Seamos objetivos, el juego en formato digital aporta muchísimas ventajas respecto al «desfasado» formato físico, y ya si en la ecuación incluimos el juego en streaming la cosa se dispara. No es nuestro cometido hoy comparar unos sistemas con otros, ahí cada usuario deberá decidir qué le aporta más o qué prefiere a la hora de adquirir nuevos títulos, es una decisión muy personal. La pregunta que de verdad queremos hacernos es ¿por qué coleccionamos?

A nivel personal, siempre he diferenciado dentro de mi forma de coleccionar dos vertientes. Por un lado, el coleccionismo de clásicos. Es evidente que en el caso de los juegos clásicos no tenemos alternativa, si queremos tenerlos en su formato original -lógicamente, si nos olvidamos de tiendas digitales o ROMs- hay que hacerse con ellos en nuestro querido formato físico. Por otro lado, en el caso de los juegos actuales la cosa cambia, y mucho.

Cada vez queda más lejana la época en la que cuando comprabas un juego, sabías que no habría ni parches ni actualizaciones, en el disco tenías el juego completo al 100% (para bien, para mal)

Para algunos de los que nos consideramos coleccionistas la nostalgia es una parte muy importante de este maravilloso hobby. Es esa nostalgia la que nos lleva a apilar juegos en nuestras estanterías, esos títulos que nos transportan a un pasado mejor y que nos traen tantos recuerdos. Eso es algo que en el caso de los títulos actuales no existe, o al menos no de la misma forma. Creo que en ocasiones seguimos coleccionando juegos actuales simplemente por la inercia de seguir con nuestra colección, es decir, si llevo años coleccionando juegos clásicos, ¿por qué no iba a hacer lo mismo con los actuales?

El problema viene cuando, según pasan los años, esas ediciones en formato físico van trayendo cada vez más inconvenientes que ventajas. En primer lugar, hace ya mucho tiempo que la gran mayoría de los juegos actuales vienen incompletos en el disco. Es tristemente habitual que al insertar cualquier título por primera vez en nuestra consola tengamos que esperar literalmente horas para poder disfrutarlo, ya sea por la instalación o descarga de parte del juego no incluida en el disco como por el tener que parchear o recibir alguna actualización.

En segundo lugar, algo que afecta directamente al sector coleccionista, es que nos encontramos cada vez con ediciones más escuetas. Por norma general, las ediciones actuales ya no incluyen ni manual de instrucciones: caja, disco y gracias. Sí, hay algún caso puntual, pero cada vez son menos. Incluso estamos empezando a encontrarnos con ediciones “físicas” que ni si quiera incluyen el disco, si no que traen un código de descarga para obtener el juego en formato digital, lo que implica que en tu estantería lucirá una bonita caja vacía.

Tema a parte es el de las ediciones “coleccionista” de estos juegos actuales. En mi humilde opinión, diré que la gran mayoría de ellas me parecen un saca cuartos. Ediciones con cajas de tamaño desmesurado con contenido poco atractivo y a precios desproporcionados para lo que el jugador está obteniendo, y por si fuera poco, algunas de ellas ni si quiera incluyen ya los juegos en formato físico. Quedan honrosas excepciones, ediciones cuidadas con material muy seleccionado, libros de arte, bandas sonoras y todo ello en un tamaño asumible que no desluce del resto de la colección, pero de nuevo nos encontramos ante casos cada vez más puntuales.

Estamos en un punto de la historia del videojuego realmente curioso. Las compañías se han dado cuenta del efecto “coleccionista” a la hora de vendernos sus productos, al igual que han descubierto las ventajas del factor nostálgico. Un caso reciente, el de la nueva Game & Watch Super Mario Bros, donde Nintendo desde un primer momento la catalogó como un artículo “limitado” y “para coleccionistas”, desatando con ello las reservas por parte de muchos usuarios, con miedo a quedarse sin ella. Hoy, meses después de su lanzamiento, nos encontramos con cientos de unidades en las tiendas, incluso rebajas sustanciales de su precio. Este tipo de prácticas, desgraciadamente cada vez más habituales, están consiguiendo lo que parecía imposible: que algunos nos alejemos cada vez más del coleccionismo como tal de sistemas actuales. 

Todos estos factores nos han llevado a muchos a descubrir las bondades del juego digital, principalmente para lo que es jugar como tal. Plataformas como Steam, Epic Games, o el famoso Game Pass de Microsoft, están consiguiendo la democratización del juego en el mencionado formato. Lógicamente, para los que nos gusta el coleccionismo, el prescindir del formato físico no es plato de gusto, pero hemos de asumir que las compañías van a tender hacia esto, pues principalmente para ellas, las ventajas son infinitas. 

Volvamos a la pregunta que nos hacíamos líneas más arriba ¿significa todo esto que el formato físico va a desaparecer? Quizá ahora algunos tengáis la respuesta más clara, o al menos, una idea os ronde la cabeza. Posiblemente nunca llegue a desaparecer del todo, a día de hoy, el mercado del coleccionismo vive un momento dulce, y las compañías no quieren perder ese trozo del pastel. Seguramente iremos viendo cómo las ediciones estándar van desapareciendo de forma paulatina, quedando para el formato físico las llamadas ediciones coleccionista u ediciones con más contenido en merchandising que del propio videojuego como tal. Y todo esto se acrecentará aún más cuando el juego el streaming se termine de asentar, porque no tengáis duda que así lo hará. 

Mucha gente se sentirá ofendida o abandonada por su compañía favorita si esto ocurre, pero seamos realistas, las compañías de videojuegos son empresas, y como tal, siempre van a mirar por su beneficio propio. A parte de esto, y siendo objetivos, cada vez somos menos los que damos importancia al formato físico. Es normal que si estamos habituados a movernos en círculos de coleccionistas la mayoría del tiempo coincidimos en opinión en las virtudes del formato físico, pero lo cierto es -y las cifras así lo demuestran- que cada vez más gente apuesta por el formato digital.

Dicho todo esto, y de nuevo recalcando que se trata de una reflexión personal, es hora de que cada uno decida el camino que quiere seguir, siendo conscientes de que muchos de los juegos que se compren hoy en formato físico no funcionarán en un futuro próximo por la falta de parches o actualizaciones, así como que muchos de los títulos adquiridos en formato digital se terminarán también perdiendo de una forma u otra con el paso de los años. En casos como este, conviene echar un vistazo a situaciones similares, concretamente a vecinos cercanos como la industria del cine o la música, donde el formato físico está casi extinguido y relegado a coleccionistas en favor de las plataformas digitales o de streaming. Aunque como no podía ser de otra forma, hay supervivientes que se aferran al último trozo de madera, como los discos de vinilo. Sea como sea y venga lo que venga, lo que nadie nos podrá quitar nunca es el seguir disfrutando de una industria tan maravillosa como la del videojuego, y en especial, del videojuego clásico.

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