Desde hace ya unos cuantos años, los que llevamos tiempo en el mundillo del coleccionismo de videojuegos hemos tenido que lidiar, en mayor o menor medida, con el problema de las falsificaciones (sí, las también mal llamadas “repros” o reproducciones). Hasta hace no tanto estas quedaban relegadas al intento de engañar o estafar, haciéndolas pasar por juegos originales, y ha sido en los últimos años cuando se ha empezado a generalizar su compra por muchos usuarios.

Lo que empezó como algo anecdótico se ha tornado en tendencia, y tristemente se está convirtiendo en habitual el ver a multitud de usuarios compartir sus últimas adquisiciones de juegos falsificados, no pareciendo ser conscientes del problema de fondo que esto trae a la escena coleccionista actual. Para muchos de los que hemos visto cómo nuestra afición ha ido creciendo y tomando relevancia es una lástima contemplar a “las nuevas generaciones” -e incluso gente que ya lleva tiempo en esto- ningunear el esfuerzo y dedicación que lleva el forjar una colección incorporando falsificaciones a sus estanterías, y sobre todo, alimentando el mercado negro que se ha formado alrededor de este creciente negocio.

¿En qué perjudican las falsificaciones a la escena coleccionista?

La mayoría de la gente que compra y consume falsificaciones se escuda en el “qué más da lo que yo compre” para justificar la existencia de las mismas, pero es algo que va más allá de todo esto, y que muchos o no son conscientes de ello o no quieren serlo.

En primer lugar, con la compra de falsificaciones se está alimentando una economía sumergida a través de un producto de baja calidad. Ya sea comprando las famosas “repros chinas” de tiendas como aliexpress o comprando a vendedores locales, cada vez más numerosos, se está obteniendo algo que ni paga impuestos ni, por supuesto, pasa ningún tipo de control de calidad.

Es fácil encontrar en webs como aliexpress cualquier juego para sistemas clásicos a precios entre 15 y 20€. Lógicamente, hablamos de falsificaciones, que ni mucho menos destacan por su calidad.

Una pregunta que se deberían hacer los usuarios de falsificaciones es, en caso de que ese juego le de cualquier tipo de problema, ya sea con un mal funcionamiento o, en el peor de los casos, causando daños a tu consola -algo bastante más habitual de lo que muchos creen- ¿quién se hará responsable de ello? Porque recordemos, ese juego no tiene ningún tipo de garantía. Basta con comparar la placa o los componentes de una repro para darse cuenta que nos encontramos ante un producto de calidad ínfima.

Otro de los clásicos argumentos que se suelen escuchar al respecto de la compra de falsificaciones es el que “en caso de venderla, diré que se trata de una falsificación”. Con el paso del tiempo, hemos ido viendo cómo muchas de estas falsificaciones están cada vez mejor realizadas, y si bien es complicado que a un coleccionista experimentado le cuelen a día de hoy una de ellas como si de un original se tratase, no son pocos los casos de usuarios a los que más de un avispado le ha vendido -o querido vender- una falsificación haciéndolo pasar como original.

Viendo que el mercado está cada vez más asentado, los falsificadores ponen más empeño en realizar mejores copias, y por desgracia cada día se ven copias más fieles al juego original. Esto se está convirtiendo en un problema que irá a más, y que ya ha supuesto más de un problema para muchos usuarios. Pongamos un ejemplo concreto, si en una plataforma de compraventa como puede ser Wallapop un usuario vende una falsificación -tanto si sabe que lo que vende no es un juego original, como si lo desconoce- y el comprador a la hora de recibirlo se percata de ello y denuncia esa venta, ¿a quién dará la razón la plataforma en la disputa? Será la palabra del vendedor contra la del comprador, si el vendedor afirma que se trata de un juego original es más que probable que el comprador tenga las de perder.

Visto todo esto, una de las cosas que me preocupa como coleccionista es la corriente de entre “ninguneo y autojustificación” que veo entre muchos de los usuarios de falsificaciones. Me resulta bastante triste ver en grupos o foros a algunos de ellos afirmar como que “el que compra juegos originales es un idiota pagando un dineral por un juego, cuando lo puede comprar por 15€ repro”. Desde luego, para gente que lleva años coleccionando, es una pena leer comentarios como este. Sin duda, se trata de gente que no respeta ni el mundo del coleccionismo ni el sector del videojuego. Se que es difícil asumir el coste actual de algunos títulos en concreto, pero la mayoría de los que coleccionamos no somos millonarios y hacemos un esfuerzo para seguir ampliando nuestras colecciones, a parte de en muchos casos llevar años en el mundillo y haber podido disfrutar de precios bastante más razonables de lo que vemos hoy.

Páginas de venta de artículos de segunda mano son uno de los principales puntos de venta de falsificaciones. En su gran mayoría, vendidas por gente no profesional y donde no es difícil encontrar auténticos esperpentos en cuanto a calidad o acabados.

¿Por qué están teniendo tanto éxito las falsificaciones?

Esta pregunta es algo que me ha pasado muchas veces por la cabeza. A cualquier coleccionista le parece algo impensable incorporar falsificaciones a su estantería. No hablo sólo del sector del videojuego, si no del coleccionismo en general. Es raro ver en otras vertientes gente que aplauda la introducción de falsificaciones en cualquier escena coleccionista, algo parece estar cada día más aceptado en el mundo del videojuego clásico. Pero, ¿qué nos ha llevado a esta situación? ¿La especulación? ¿La famosa “burbuja” del retro? Creo que es algo mucho más sencillo que todo esto, yo diría que las prisas. 

Sí, las prisas. Vivimos en una sociedad en la que queremos todo para ya. Si compro algo, lo tengo que tener cuanto antes en casa, si es hoy mejor que mañana. Es habitual entrar en grupos o foros de coleccionismo y ver espectaculares colecciones de usuarios que llevan años o décadas en el mundillo, dedicando mucho esfuerzo y cariño, y no son pocos los recién llegados que desean tener una colección parecida, sin valorar muchas veces el trabajo que hay detrás. Al ver no sólo los precios, si no también la dificultad de encontrar algunos de esos títulos, deciden tomar el camino rápido y fácil de las falsificaciones. 

Las falsificaciones es una forma sencilla de tener una gran cantidad de títulos en la estantería sin ningún tipo de esfuerzo. Pero, ¿no está precisamente detrás de ese esfuerzo y dedicación, la gracia de esto que llamamos coleccionismo? No hay mayor satisfacción que sostener en tus manos ese título que llevas años buscando y que por fin has encontrado al precio y en el estado que querías. Esa sensación nunca te la dará una falsificación. Es más, no son pocos los que han comenzado comprando falsificaciones y más tarde se han dado cuenta del error que estaban cometiendo.

En los últimos años han aparecido numerosas páginas webs de aspecto aparentemente profesional que venden falsificaciones de cajas.

Especulación y el alto precio de los juegos

La especulación, ese es precisamente uno de los argumentos que más se escuchan “a favor” de las falsificaciones. El decir que “un juego está muy caro” no justifica el hecho de comprar falsificaciones. ¿Qué necesidad hay de tener todos y cada uno de los juegos “caros” de un sistema? Precisamente, la gracia del coleccionismo, es seguir buscando hasta tener la oportunidad de conseguir ese título que se nos resiste. Un ejemplo que me gusta poner y creo que resume bastante bien es el buscar el paralelismo con las colecciones de cromos, ¿o acaso tendría gracia el comprar un álbum de cromos y que éste viniese ya completo?

Volvemos a dar vueltas sobre lo mismo, la gente quiere tener todo y tenerlo ya, pero no hay ninguna necesidad. El camino de un coleccionista es largo, y hay que saber disfrutar de ese camino. Sistemas como Mega Drive, Game Boy o Super Nintendo, tan de moda últimamente, tienen también juegos aún asequibles, no muy por encima del valor de una falsificación, y entre los que se encuentran los mejores títulos de cualquiera de estos sistemas. Está claro que para muchos no luce igual en la foto, por poner un ejemplo evidente, un “Sonic” que un “The Punisher” de Mega Drive, pero hay que ver más allá del precio y saber ver el valor histórico de cada título, y valorar cada juego como una pieza única y original, independientemente de su coste económico.

Os aseguro que cualquier coleccionista dará más valor más una colección pequeña y selecta de títulos originales, sea cual sea el coste económico de estos, que una ingente “colección” de falsificaciones de los títulos más raros y cotizados del mercado. 

¿Que hay muchos juegos que son muy caros? Eso es más que evidente, y nos afecta a todos, tanto a los que están empezando como a los que llevamos años en el mundillo. Y sí, hay mucha gente que se está aprovechando de ello para hacer negocio. La solución es sencilla, no comprar a esos precios, pero desde luego, comprando falsificaciones no se va a solventar el problema de la especulación, tema que da para largo y tendido y en el que no vamos a ahondar ahora.

Falsificaciones y derechos de autor

Lógicamente, este es un tema que aunque parezca mentira, no todo el mundo tiene aún claro. Efectivamente, un videojuego es una obra que tiene unos derechos de autor en vigor en la gran mayoría de los casos, y por supuesto, al realizar o comprar una falsificación, se están violando esos derechos de propiedad intelectual.

Ya sea tanto haciendo una copia exacta de un software, o haciendo cualquier tipo de modificación (las tan de moda traducciones, modificaciones, mods o hacks) el juego que se reproduce es propiedad de sus desarrolladores, y el obtener un beneficio económico con su venta es un delito que, al menos en nuestro país -y en la gran mayoría- supone violar esa propiedad intelectual. Es típico escuchar de boca de los defensores (o de la gente que se dedica a vender falsificaciones) que se trata de software antiguo que ya no tiene derechos de autor en vigor, algo completamente falso.

También se suelen escudar en la comparativa con los cartuchos flash. Estos cartuchos de por sí no violan ningún tipo de ley, siempre y cuando para su funcionamiento no utilicen código propietario de la consola o compañía en cuestión (como ocurría en algunos modelos de cartuchos para Nintendo DS). Lo que es ilegal es la distribución o lucro de las ROMs de los juegos, pero nadie te puede prohibir jugar a ROMs de títulos que tienes en tu propiedad, y exactamente lo mismo ocurre en el uso de emuladores. La barrera tanto moral como legal se encuentra en utilizar ROMs de juegos que no tienes en propiedad. Evidentemente, no estoy en contra del uso de ROMs a título personal, principalmente porque no hay terceras personas lucrándose con ello, como sí ocurre con la gente que vende falsificaciones, además de que el uso de ROMs no supone un perjuicio a la comunidad coleccionista.

Ediciones especiales, jugositas y otros derivados

Otra de las modas que parece que, por desgracia, han venido para quedarse es la de ciertos oportunistas que se dedican a fabricar las que ellos denominan como “ediciones especiales” o limitadas de juegos clásicos. Estas ediciones, que no dejan de ser falsificaciones de juegos o modificaciones (ya sean con traducciones o hacks sobre títulos comerciales) están generando cierto revuelo en la comunidad.

Aprovechando el tirón que actualmente tienen las ediciones limitadas en el videojuego actual, afirman crear ediciones únicas de juegos caros para sistemas clásicos, que realmente son cartuchos comprados en webs de importación asiáticas de baja calidad, incluyendo algunos “extras” como llaveros, pegatinas, etc de la misma procedencia, todo comprado un coste muy bajo y con un esfuerzo prácticamente nulo para ellos, y que luego venden aquí a un precio muy por encima del coste real. A parte de los ya mencionados problemas tanto de derechos como de garantía (recordemos que cualquier producto comprado en nuestro país ha de venderse con dos años de garantía) estamos sumando el problema de la desinformación.

Lo que algunos llaman «ediciones tributo» o «especiales» no dejan de ser falsificaciones acompañadas de algún extra de bajo coste con el que intentar justificar el alto precio por un trabajo de calidad ínfima.

Sí, gracias a estos iluminados hay mucha gente que cree que ciertos juegos que, por ejemplo, nunca llegaron traducidos a nuestro país sí lo hicieron. O lo mismo ocurre con los textos de cajas o manuales. No sería la primera vez, y mucho me temo que no será la última, que alguno de estos usuarios me llama “mentiroso” por decir que, y esto es un caso real, The Legend of Zelda: A link to the Past para Super Nintendo nunca llegó traducido al castellano originalmente. Todo esto va creando un poso de información incorrecta que, cuanto más tiempo pase, más difícil será de corregir.

Resumiendo, un negocio muy lucrativo para varios iluminados que han encontrado en las ganas y poca experiencia de muchos usuarios un filón en el que obtener cuantiosos beneficios a través de un producto de calidad muy cuestionable y que además viola todos los derechos de autor habidos y por haber.

Para ir terminando

Se que muchos pensaréis que todo esto es una exageración, y que las falsificaciones no suponen en realidad un problema. Quizá hoy no sea para tanto, pero si esto sigue así, dentro de unos años muchas de estas falsificaciones que se compran hoy entrarán en el mercado “real” el día de mañana. La frontera entre los juegos originales y las copias se irá diluyendo, así como la normalización de las mismas por partes de muchos usuarios. Lo que en otras vertientes de coleccionismo se considera una barbaridad, cada día es algo más aceptado en nuestro hobby, lo que supone una triste noticia para los que llevamos años en esto.

Por supuesto, aquí no intentamos convencer a nadie, cada cual es libre de hacer con su dinero lo que quiera. Pero antes de seguir comprando falsificaciones párate a pensar si no es preferible invertir el dinero que te cuestan dos o tres falsificaciones en un juego original, e ir poco a poco y con cariño ampliando tu colección. Una colección es igual de maravillosa si la componen 10, 100 o 1.000 títulos, lo que importa es lo que significa para su propietario y el amor que hay puesto en ella, y ese amor no se consigue a través de reproducciones. Una falsificación es un juego sin alma, sin nostalgia, un cascarón vacío con el que alguien se está aprovechando de las buenas intenciones de los aficionados al videojuego para hacer negocio fácil. Si has llegado hasta aquí, nos gustaría conocer tu opinión sobre el tema, ¡déjanos tu comentario!

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