A día de hoy, quizá a muchos les resulte sorprendente el hablar abiertamente de un juego como Aladdin acostumbrados como estamos ya a juegos hiperrealistas, donde la violencia está a la orden del día, e incluso muchos se reirán al escuchar la afirmación de que un juego como Aladdin para Sega Mega Drive se encuentre entre los mejores de su género, pero desde luego quien actúe así es que no lo ha jugado.

Para ponernos un poco en situación, es justo recordar que la compañía Disney, allá por la década de los 90, se tomaba mucho mas en serio la imagen que transmitía a través de sus videojuegos de lo que lo hace ahora. Prácticamente la totalidad de títulos aparecidos durante las generaciones de los 8 y 16 bits, que no son pocos, fueron todos juegos bastante notables, entre los que destacan por méritos propios Castle of Illusion, Quackshot, Duck Tales o el propio Aladdin, del que hablamos hoy.

La versión para Megadrive llego a nuestras consolas a finales de 1993, de la mano de la desarrollada Virgin (recordada también por otros títulos como Cool Spot, Robocop vs Terminator y otros titulos posteriores también bajo el sello de Disney) y el éxito del juego tanto a nivel de ventas como entre los propios usuarios fue tal, que en numerosos medios del sector fue nombrado como mejor juego del año 1993.

Desde que encendemos la consola se nota el cariño y buen hacer que los desarrolladores de Virgin pusieron a disposición Aladdin. Los guiños a la película original se van sucediendo durante el transcurso de toda el juego, haciendo de él una experiencia única para los seguidores de la misma y de la propia compañía en general. El juego mantiene un desarrollo muy similar al de la película, visitando escenarios como el mercado de Agrabah, el palacio del Sultán o la famosa Cueva de las Maravillas, de la que deberemos escapar en nuestra querida alfombra mágica en una de las fases más recordadas del juego.

Es sorprendente ver como los desarrolladores de Virgin supieron sacar el máximo partido de la “limitada” paleta de colores de la consola de SEGA, consiguiendo un resultado que aún a día de hoy impresiona. Mención especial merece el esfuerzo realizado con las animaciones y diseño de los personajes y enemigos, donde gracias al trabajo que se realizó mano a mano con los animadores de la propia Disney el resultado fue sencillamente espectacular. Un diseño precioso, de una factura casi perfecta y unas animaciones fluidas, llenas de vida, nos hacen pensar por momentos que nos encontramos ante un juego de generaciones posteriores, y no ante un título para una consola de 16 bits. Pocos juegos de su época pueden decir que se encuentren a la altura de este Aladdin en cuanto a factura técnica se refiere.

Aladdin es uno de esos títulos que, más pronto que tarde, siempre acaba apareciendo en las típicas comparativas entre juegos de Sega Mega Drive y Super Nintendo, y precisamente éste es de los pocos casos en los que la plataforma de SEGA se lleva la palma sin discusión alguna. Salta a la vista la diferencia, especialmente a nivel gráfico, de un juego a otro. Los diseños y animaciones de la versión de Super Nintendo son más toscos, así como la factura general del juego resulta mucho menos vistosa. ¿A que se debía esta diferencia? Básicamente, el juego de la consola de Nintendo estaba desarrollado por otra compañía, concretamente Capcom, que tenía la licencia para publicar juegos de Disney en el sistema de Nintendo, mientras que Virgin disponía de los derechos para hacerlo tanto en las consolas de SEGA como en Windows PC (donde también se publicó una adaptación del Aladdin de Megadrive, con leves mejoras gráficas y principalmente sonoras unos meses más tarde). El título lanzado por Capcom para Super Nintendo desde luego no era un mal juego, pero los desarrolladores de Virgin habían dejado el listón muy alto con su versión para la 16 bits de SEGA.

Sin duda alguna, uno de esos juegos que no deben faltar en cualquier colección (además de ser asequible y fácil de localizar en su formato original) y que cualquier jugador que se precie debe haber probado. No os dejéis llevar por su previsible aspecto infantil, como mencionábamos antes, nos encontramos ante uno de los mejores juegos de plataformas de todos los tiempos, y que con una dificultad muy ajustada sigue siendo hoy igual de entretenido que lo era hace ya casi 25 años.

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