He de reconocer que, aunque no dedico demasiado tiempo a ello, soy también jugador de videojuegos actuales. No es mucho el tiempo libre que puedo dedicar a jugar y, como me imagino que os pasará a muchos de los que os dejáis caer por aquí, el poco del que dispongo suelo usarlo en su mayoría en disfrutar de videojuegos clásicos. Ya no sólo por puro amor a mis sistemas de toda la vida, si no porque por lo general, si tengo media horita para jugar, no quiero perder 20 minutos entre cargas, actualizaciones y configuraciones varias.

Dicho esto, y dejando a entrever por encima mi opinión sobre el mercado actual, había un juego que desde meses antes de su lanzamiento venía llamando mi atención, en primer lugar, por ser una de las sagas más longevas y de más éxito de la historia del videojuego, y, en segundo lugar, ya tras su exitoso lanzamiento, por las buenas críticas recibidas tanto por parte de la prensa como de los propios usuarios. Hablamos, como muchos os estaréis imaginando, de The Legend of Zelda: Breath of the Wild.

Fue gracias a un usuario de una famosa aplicación de compraventa de artículos de segunda mano, que me ofreció una Wii U a cambio de varios juegos que tenía a la venta, como la última entrega de la franquicia Zelda llegó a mis manos. Desde Nintendo 64 no había sido poseedor de una consola actual de Nintendo (si podemos considerar Wii U como una consola actual, aunque viendo la política de remakes de Nintendo hacen que no podamos pensar otra cosa) y he de reconocer que la sorpresa fue muy agradable. Tras varios días divagando con algunos de los juegos que tenía a mi disposición, entre ellos el genial Mario Kart 8, comencé la (por ahora) última aventura de nuestro amigo Link con las expectativas muy altas.

Nada más comenzar a jugar, llamó mi atención la calidad gráfica de la que hace gala. Pese a encontrarnos ante un sistema de la anterior generación, y no especialmente superior a sus coetáneos como son PS3 o XBOX 360, hay que reconocer que el trabajo de Nintendo en ese aspecto es soberbio. Han sabido aprovechar a la perfección el hardware de su consola, y tanto la versión de Wii U como la de Switch lucen imponentes. En casos así es donde se demuestra que la fuerza bruta no lo es todo, y se deja ver un trabajo de diseño, tanto en los escenarios y diferentes localizaciones como en los personajes y enemigos, sencillamente espectacular. Todo está cuidado hasta el más mínimo detalle, y se ve el cariño y buen hacer puestos en el desarrollo del título.

Pero como os podéis imaginar, en mi caso los gráficos son lo de menos. Independientemente de este factor, lo que más esperaba ver es que la esencia de la saga seguía viva en esta nueva aventura. Hace no tanto que había vuelto a jugar a The Legend of Zelda: A link to the Past (para muchos, uno de los mejores juegos de la franquicia, con el permiso de Link’s Awakening) y el listón no estaba bajo precisamente. Pero he de decir que, tras un rato jugando y comenzando a redescubrir la tierra de Hyrule, el juego no defrauda.

Más de 25 años han pasado de una imagen a otra, aunque la emoción del momento en el que Link por fin consigue la Espada Maestra se mantiene intacta

Como era de esperar, estamos ante un juego mucho más profundo que a lo que se acostumbraba en los Zelda clásicos. Gran cantidad de opciones de personalización, nuevas armas, mejora de capacidades y muchas habilidades con las que plantar cara a la horda de enemigos que se nos viene encima. La curva de aprendizaje es bastante progresiva, y en apenas un rato después de comenzar a jugar tendremos más que dominadas las principales habilidades que Link pone a nuestra disposición, incluso para jugadores poco habituados a enfrentarse a juegos modernos.

Dejando ya de lado las capacidades técnicas y jugables del título, centrémonos ahora en lo importante, la historia. No os preocupéis, vamos a evitar hacer ningún tipo de spoiler que arruine la experiencia de los que aún no lo habéis disfrutado. Este Breath of the Wild nos traslada a la ya bien conocida tierra de Hyrule, pero con una particularidad, Link ha pasado 100 años en un profundo letargo tras un poco fructífero combate con nuestro archienemigo, Ganon, que ha aprovechado nuestra ausencia para hacerse con el control del castillo de Hyrule y buena parte de las tierras de nuestro mundo, así como ha propiciado que una gran multitud de seres y criaturas del mal hayan ido invadiendo todos los rincones del mapeado.

A lo largo de nuestra aventura nos iremos encontrando con multitud de enemigos a los que deberemos enfrentarnos, y que además nos ayudarán a ir consiguiendo armas, objetos y todo tipo de recursos de valor

Este hilo argumental, bajo mi punto de vista, es uno de los aciertos por parte de Nintendo. Al trasladar la aventura tiempo después, permite más libertad a la hora de crear nuevos personajes y dar más coherencia a la historia, no teniendo que atar tantos cabos para que encaje con el resto de entregas de la saga. El juego engancha desde el principio, y mucho, en un primer momento pueden llegar a abrumar un poco al jugador la cantidad de misiones que se ponen a nuestra disposición, pero una vez se entra en faena la historia fluye de forma natural y sin complicaciones.

Precisamente el saber gestionar de forma correcta las misiones es una de las claves a la hora de completar la historia principal, ya que aunque podemos ignorar tanto las misiones secundarias como la búsqueda y finalización de santuarios (imprescindibles de cara a aumentar nuestra barra de salud o resistencia), será necesario ir superando (sobre todo en el caso de estos últimos) muchos de ellos si queremos llegar mínimamente preparados a la fase final del juego. Es habitual irnos encontrando con desafíos o enemigos que, en un primer momento, pueden parecer infranqueables, pero que pasadas unas horas de juego serán pan comido tras haber mejorado nuestras habilidades o capacidades.

 

En los santuarios tendremos que demostrar, de muy diversas formas, nuestra habilidad con el mando para mejorar nuestras capacidades. Muchos echarán de menos las mazmorras clásicas de otros Zelda

No quiero extenderme mucho más en cuanto a la historia y desarrollo del juego se refiere, no es el objetivo de este post. Como único punto negativo a remarcar en este sentido, quizá el juego peca de llegar a hacerse algo repetitivo según vamos avanzando, y pese a todas las opciones que nos ofrece, puede hacerse algo lineal si nos centramos en completar la historia principal, y llega a ir perdiendo parte de interés con el paso de las horas, hasta que encaramos la fase final del juego.

¿Es un juego apto para jugadores de vieja escuela como nosotros?

Lo importante, desde una perspectiva como la que nos interesa en nuestro caso, es si estamos ante un juego que gustará a jugadores old school. Se que sois muchos los que os ponéis delante de una PS4 o Nintendo Switch y no sabéis ni encenderla (sí, exagero un poco… ¿o no?) y, al igual que me ocurrió a mi, cuando se lanzan juegos como este Breath of the Wild nos empiezan a aflorar sentimientos que creíamos olvidados. ¿Estará a la altura de una franquicia como Zelda? ¿Mantendrá la esencia de los clásicos de los 90s? ¿Será un Zelda de verdad u otro juego con el mismo nombre?. Son muchas las preguntas que pueden llegar a asaltarnos, pero en este caso, hay que reconocer que Nintendo ha sabido dar con la tecla.

Este Breath of the Wild pone todo un enorme mundo a nuestra disposición que explorar y en el que poder perder el tiempo mas allá de la historia principal

Efectivamente, nos encontramos ante un Zelda, de eso no hay duda, pero adaptado a los tiempos de hoy. Si hay una compañía que ha sabido mantener su esencia a lo largo de los años (ojo, para lo bueno, y para lo malo) esa es Nintendo. Sin arriesgar en su política de lanzamientos, ha seguido manteniendo la gran mayoría de sus franquicias clásicas sin apenas cambios drásticos, haciendo suyo el dicho de si algo funciona, no lo toques. Sagas como Mario Kart o Smash Bros nos llevan acompañado años y años sin modificar la fórmula que los llevó al éxito, aunque quizá en este Zelda han arriesgado un poco más (pero sólo un poco). Es posible que a todos los que no estáis demasiado habituados a los juegos modernos os abrume un poco al principio, pero sin duda alguna, si sois amantes de una franquicia como la del bueno de Link, deberíais darle una oportunidad. Yo lo hice, y os puedo asegurar que no me arrepiento de nada.

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