Hay momentos en los que gusta echar la vista atrás para darse cuenta de cómo ha ido evolucionado cierto sector en un periodo concreto de tiempo. Personalmente, y desde los primeros años de la década de los 2000 que fue cuando empecé a coleccionar en el sentido más estricto de la palabra, mucho ha cambiado esto que hoy llamamos coleccionismo clásico.

Lógicamente, nos encontramos aún ante un coleccionismo joven si lo comparamos con otros sectores similares, realmente y aunque a muchos nos pueda parecer ya que no es así, la historia de los videojuegos es aún corta, y era una evidencia que en una industria que ya supera en ingresos a las reinas del entretenimiento como lo eran el cine o la música surgiría tarde o temprano una escena coleccionista. Hasta hace no tanto, éramos cuatro gatos los que nos dedicábamos a acumular juegos para sistemas obsoletos, incluso mucha gente ha cuestionado durante años el invertir dinero en juegos pasados de fecha, pero en los últimos tiempos el sector ha sufrido un boom espectacular, notándose ya no sólo en el paulatino aumento de precios en los juegos y sistemas clásicos en general, si no con la entrada de las grandes empresas que no quieren dejar pasar la oportunidad de coger su trozo del pastel.

Consolas Gameboy

Para muchos, simplemente trastos viejos pasados de moda que en el mejor de los casos conservan en el fondo de algún cajón. Para algunos, piezas de colección, un pequeño trozo de la historia de la industria del videojuego.

Movimientos como el de Nintendo con su Nintendo Classic Mini NES (o la multitud de sistemas similares de otras compañías) así como la proliferación de revistas y todo tipo de publicaciones relacionadas con el mundillo de los videojuegos clásicos nos ponen en preaviso de que algo está ocurriendo. También en sorprendente como de unos años hasta ahora han ido surgiendo eventos y ferias de todo tipo, aprovechando el tirón que tiene una industria como la del videojuego. Pero, ¿realmente nos encontramos ante una nueva afición que perdurará en el tiempo, frente a una moda pasajera o, como muchos insisten, una burbuja que se desinflará con el tiempo? Vamos por partes.

¿Por qué coleccionamos?

Hasta hace pocos años, habría contestado sin titubear a esta inocente pregunta: coleccionamos por pura nostalgia, por tener o volver a jugar a esos juegos que en su día disfrutamos (o nos quedamos con las ganas de tener) en nuestras consolas favoritas siendo apenas unos chavales. Seguramente muchos compartiréis esta opinión. Durante mucho tiempo he sido de los que pensaban que esto era algo de nuestra generación, algo que sólo los que en su día disfrutamos de los sistemas que hoy llamamos clásicos entenderíamos, pero me equivocaba.

Coleccionistas completistas, fullseteros, de una saga en concreto, el que colecciona para jugar… muchas y muy diversas formas de contemplar el cariño por los videojuegos clásicos, todas ellas igualmente respetables.

Ha sido una agradable a la par que inesperada sorpresa contemplar cómo las nuevas generaciones se iban sumando a nuestra afición, ver como chavales que han crecido bajo la sombra de los sistemas de 128 bits se interesan por la historia y todo lo relacionado con sistemas que les doblan en años y con los que no han convivido directamente, y sobre todo ver como con ilusión e invirtiendo sus pagas del fin de semana iban sumando títulos a sus incipientes colecciones de los incunables de la historia del videojuego. Como no podía ser de otra forma, en muchos de esos casos los verdaderos culpables de ese interés en los videojuegos clásicos son los propios padres, que trasladan a sus retoños ese amor y su propia afición por estos juegos, pero no siempre es así.

¿A que nos ha llevado todo esto? Pues como no es difícil darse cuenta, y siguiendo las normas tradicionales del mercado, a mayor demanda de un producto, mayor coste. Y más teniendo en cuenta que el stock es el que hay, y que (al menos por ahora) esto es invariable. Hasta hace unos años, no era complicado encontrar en los canales de segunda mano habituales gente que se desprendía de sus viejas consolas por apenas un puñado de euros, en muchos casos sin saber muy bien lo que estaban vendiendo, pero por suerte o por desgracia, a día de hoy eso ya es complicado. Ya es difícil encontrar gangas y en la mayoría de los casos, nos toca pasar por caja para conseguir ese juego que llevamos tiempo buscando, los tiempos de bonanza llegaron a su fin.

A todo esto hay que sumar la gente que ha visto en el sector un filón para engordar su cuenta bancaria, los conocidos como reventas o resellers que, como el propio nombre indica, se dedican a comprar barato para vender caro. Durante años, el negocio ha sido redondo para ellos, pues mucha de esta gente se dedicaba a comprar a precios de derribo a incautos que se deshacían de las colecciones de su infancia sin conocer el precio real de lo que vendían (práctica éticamente cuestionable) para luego ponerlo a la venta por precios superiores a los que marcaba el mercado, con unos márgenes de beneficio realmente altos. “Gracias” a ello, en muchos casos lo que se conseguía era engordar o adulterar los precios reales de los juegos, además de generar crispación en todos los que amamos y respetamos nuestra afición.

Uno de los casos más recientes con el que los reventa han hecho su particular agosto, en plena campaña navideña, ha sido el de la Nintendo Classic Mini NES, que ha llegado a duplicar su precio de venta oficial en el mercado de segunda mano debido a la escasez en tiendas

Por otro lado, independientemente del influjo de los reventas, es lógico que los precios de los juegos clásicos en general fueran aumentando en función del crecimiento del número de aficionados a coleccionarlos, pero actualmente vivimos una escalada de precios que creo es insostenible. En apenas un par de años, muchos juegos han duplicado e incluso triplicado su precio, algo especialmente notable en juegos de cartón como lo son la gran mayoría de títulos de Nintendo, aunque en general es algo que ha influido en casi todos los sistemas clásicos. Muchos afirman que llegará un momento que los precios se desplomen, el tiempo lo dirá, lo que al menos es casi ya una necesidad es que dejen de subir al ritmo que los están haciendo en la actualidad.

Otro punto a remarcar es el tema de las reproducciones (o repros como se las conoce comúnmente en el mundillo). Es un tema que levanta asperezas, enfrentando en numerosas ocasiones a los detractores de las mismas con los usuarios que están a favor. Personalmente, pese a que no comparto el uso o la compra de reproducciones, respeto a los que deciden hacer o imprimir sus propias cajas para conservar de una forma más vistosa sus cartuchos (no seré yo quien diga en qué ha de gastar cada cual su dinero), pero lo que desde luego me genera una gran indignación es la gente que las vende a precios más que cuestionables para obtener un gran beneficio económico por un trabajo que apenas les supone un coste de unos pocos euros. No hay que olvidar que el coste de una reproducción, más allá del tiempo invertido en ella, que no suele ser mucho, difícilmente superará los 6/8€ en función de la calidad de la misma. Por no hablar de la gente que las vende o pretende vender como si de originales se tratase, aunque en esos casos entramos ya en el campo de la estafa. Hay que andarse con pies de plomo, especialmente cuando nos metemos en sistemas como Neo Geo AES, donde es algo que por desgracia está a la orden del día, aunque cada vez es más común encontrarnos con falsificaciones de muchos otros sistemas.

En resumidas cuentas, el sector del coleccionismo clásico está comenzando a enfrentarse a problemas con los que otros tipos de coleccionismos llevan años lidiando. Como anteriormente comentábamos, hablamos aún de un sector joven, y que personalmente en parte gracias también a coleccionar otro tipo de cosas me doy cuenta que nos queda mucho que aprender de otros coleccionismos. Es lógico que un sector como éste, en el que a fin de cuentas se mueve bastante dinero, surjan oportunistas que, mas allá de querer o no coleccionar como tal, busquen obtener un rendimiento económico sin calentarse demasiado la cabeza, y más en un país como en el nuestro, algo a lo que desgraciadamente estamos más que acostumbrados.

¿Qué coleccionista no se ha parado nunca delante de sus estanterías a contemplar con gusto sus clásicos? Todo título tiene una historia detrás para cualquier jugador, mas allá de su precio o rareza

¿Hacia dónde se dirige el sector?

Esta es una de esas preguntas que muchos llevamos haciéndonos durante años. Mucha gente ajena a este mundillo se sorprende al conocer el valor actual de algunos títulos, y no son pocas las veces que amigos o conocidos saltan con la clásica pregunta de ¿y por qué no vendes todo y te sacas una pasta?. Algunos piensan que es mejor esperar a venderlo, pero lo que muchos parecen no entender es que para coleccionistas como nosotros sólo siguen siendo juegos, mas allá del coste o valor de mercado que puedan tener. Juegos que marcaron nuestra infancia, juegos que nos hacen recordar tiempos mejores o los niños que un día fuimos, simple y llanamente cartuchos que un día nos hicieron soñar, y que nos es imposible pensar en que abandonen nuestra estantería, por muchos euros que nos pongan por delante.

Es imposible conocer el futuro y ver cómo o hasta dónde llegará esto, lo que de algo estoy seguro es que no nos encontramos ante una moda pasajera, el coleccionismo de videojuegos ha venido para quedarse y creo que nuestros juegos nos enterrarán a muchos de nosotros. Afirmar que los precios se desplomarán o que seguirán subiendo hasta cifras que sólo puedan afrontar algunos privilegiados es jugar es meterse en terreno pantanoso, y sólo el tiempo dirá, como lleva haciendo desde que el mundo es mundo.

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